Los swaps son productos financieros relativamente desconocidos por el gran público. Sin embargo, hay que reconocer que han alcanzado una importante repercusión en los últimos tiempos, por lo que vale la pena repasar sus características más relevantes y entender cómo funcionan.
¿En qué consisten los swaps?
A continuación, se van a explicar las propiedades fundamentales de los swaps, gracias a las cuales se han convertido en un producto apetecible para determinados inversores y ahorradores.
En primer lugar, hay que destacar que los swaps constituyen productos financieros caracterizados por el acuerdo entre dos partes, las cuales deciden intercambiar flujos de caja en el futuro. Por lo tanto, este contrato financiero está sujeto a un pacto entre estas partes, es decir, viene determinado por una fórmula establecida de antemano. En este sentido, la fórmula acordada se ha fijado «a medida», es decir, tiene que ver con las necesidades específicas de quienes han firmado el contrato en cuestión. En este sentido, los swaps tienen cierta similitud con instrumentos como los forwards.
Las propiedades concretas de los swaps
La configuración de los swaps incluye, básicamente, información acerca de las monedas en las cuales se van a realizar los intercambios de flujos, la fórmula acordada a estos efectos y los plazos en los que se llevarán a cabo los intercambios.
Por otro lado, el swap más habitual es el relacionado con el intercambio de tasas de interés. En este aspecto, se van a intercambiar flujos de intereses en una moneda y unas fechas previamente convenidas.
Un ejemplo relativo a cómo funciona un swap
Vale la pena estudiar un caso práctico para entender cómo opera un swap. Una empresa tiene una deuda con un pago de intereses de tasa fluctuante. Para evitar este riesgo, la empresa recurre a la contratación de un swap con un banco. Por consiguiente, paga los intereses a tasa fija y elude el riesgo citado.
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